viernes, 28 de agosto de 2015

LAS CERVEZAS ARTESANAS

EL BARULLO DE LO ARTESANAL.

Están de moda. Está claro que están de moda.
No hay más que ver, oír o leer los reclamos y comentarios que aparecen en establecimiento, medios de comunicación o redes sociales en los que se anuncian, se promocionan, se elogian o se magnifican las propiedades, ventajas o virtudes de las cervezas artesanales nacidas al amparo de un sector en auge imparable y que está adquiriendo una importancia desproporcionada tanto en espacios propagandísticos y ferias como entre opiniones más o menos autorizadas entre profesionales o aficionados del sector.

Cervezas artesanales. Un producto en alza a velocidades meteóricas. Algo que nos asalta desde todos los rincones pero que muy pocos se han dedicado a analizar con rigor, seriedad e imparcialidad.
Yo, como aficionado a la cerveza desde hace bastantes años, me siento tentado de ofrecer mi opinión sobre un tema que alcanza ya, a mi juicio, dimensiones muy amplias y que tiene, también según mi criterio, bastantes puntos débiles de los que no se suela hablar habitualmente.

Para empezar hay que destacar algunas evidencias que afectan al consumidor medio. La primera su precio, generalmente más elevado que el de las cervezas industriales. La segunda su calidad que no siempre, ni siquiera en la mayoría de los casos, está a la altura de lo que se intenta vender y que, por el contrario, se encuentra en muchos casos –yo diría que casi , casi , en la mayoría también, muy por debajo de los estándares aceptables.

Y todo ello ¿Por qué?. Muy sencillo, porque hacer cerveza es muy fácil y si no que se lo pregunten a los antiguos sumerios o egipcios e, incluso a los pobladores de este planeta en tiempos del neolítico.
Es un proceso muy sencillo, desprovisto de la necesidad de instalaciones muy costosas –hay equipos domésticos que cuestan como un lavavajillas y ocupan casi el mismo espacio, y de su sencillez se deriva que surjan, como setas, artesanos cerveceros que fabrica el dorado líquido, suponiendo que a lo que hacen se pueda llamar fabricar ante el desconocimiento de los procesos industriales y técnicos que demuestran.

Yo he hablado personalmente con el fabricante de una de esas cervezas artesanales –con precio que duplica el de cualquiera industrial- y me ha reconocido no haber estudiado nada para fabricar y poner en el mercado su cerveza y, ni siquiera me supo decir que tipo o variedad de lúpulo era el utilizado, cuando en Alemania la profesión de cervecero es una carrera con reconocimiento de técnica universitaria. Aquí con leer cuatro cosas en  el socorrido Facebook o en el milagroso Google e, incluso, con estudiarse el folleto de instrucciones que viene con el kit cervecero con el que te ofrecen convertirte en "naestro" como imbuido por ciencia infusa, ya tenemos formación.
Foto tomada de un artículo de Federico Fayad - ffayad@losandes.com.ar

Cientos de ‘artesanales’ (¿O son ya miles?) se ofrecen por todas partes pero por mi parte renuncio a todas las que no puedan demostrarme conocimientos y rigor para su fabricación que disipen como mínimo, el riesgo de hacer una cata sin provocarme el enojo que merecen muchos de los engendros que se comercializan.

Lo que titulaba esta reflexión: un barullo.